Blog de Joselito

Mi experiencia musical

Hoy quería contaros algo diferente a lo normal: mi experiencia personal con la música desde que era niño.

De niño tenía mucho oído musical y sabía cantar la mayoría de los temas famosos de la época sin desafinar ni una nota, y tenía también muy buena voz. En el vecindario me llamaban Joselito porque decían que me parecía mucho en mi forma de cantar y a su vez cantaba algunos temas de él. Las vecinas solían venir a oirme cantar. Yo esto no lo recuerdo tanto pero me lo contaba mucho mi abuela y mi madre. De hecho era en casa de esta abuela donde solía estar yo mucho tiempo y venían a oirme. Me resulta hoy en día hasta gracioso, y más aún porque ya no tengo voz para cantar.

Más adelante quería estudiar música, era mi pasión, pero mis padres eran muy humildes y eramos muchos hermanos, así que era imposible y entendible. Aún así yo me conseguí una harmónica e iba tocando algo por las esquinas, y también un xilófono metálico de esos como de juguete pero que servía perfectamente.

Al crecer ya un poco más, de adolescente, me propuse crear mi propio xilófono de madera. Me costó bastante tiempo ir cortando, modelando y afinando cada parte para que sonara como la nota que debía ser. Finalmente conseguí tener un xilófono enorme y que sonaba muy bien y practicaba mucho con él.

Luego empezaron los aparatos electrónicos baratitos. Salió un Casio, llamado VL-Tone, que pude comprar y traía varias melodías e instrumentos muy sencillos y no demasiadas notas. Pero era el primer órgano portátil que uno podía llevarse a cualquier sitio en su funda (que incorporaba) y con pilas. Me lo llevaba mucho hasta al campo cuando pasaba los fines de semana de acampada, y ahí iba componiendo algunos temas simples, que luego grababa y le añadía acordes por encima. Un trabajo de chino pero del que yo disfrutaba.

Ya cuando empecé a trabajar me puse a dar solfeo y piano pero solo estuve 2 años y lo demás ya vino por autoenseñanza y práctica. Lo primero fue comprarme un buen órgano de casa, pero no de los enormes, sino también de esos grandes pero que puedes desplazar: a pilas o con adaptador. Este organo traía ya instrumentos chulísimos, sobre todo mis preferidos: las cuerdas. Ya empezaron a salir también los primeros sintetizadores, de los que yo era un tremendo fan.

Solíamos ir un amigo y yo (él también era muy fan de los sintes) a una tienda que abrieron en nuestra ciudad donde dejaban probarlos. Nos quedabamos maravillados, al punto que llegaban ya a echarnos por pesados.

Luego tuve 2 sintes por mi mismo, de los que saqué sonidos maravillosos, efectos especiales y un poco de todo. Y hasta un compositor portátil que promocionó Phil Collins en los anuncios y que venía dentro de una caja que parecía las de las viejas cintas de vídeo VHS. Era maravilloso. Me lo llevaba algunas noches al trabajo cuando estaba solo de turno con unos auriculares y tenía bastantes instrumentos y 8 pistas. Esto era un sueño para mi. Era limitado, sí, pero se me pasaban rápidamente las horas con él y aprendía a componer ya de otra forma: primero el bajo, luego cuerdas, melodías, etc... ya como con su orden.

Yo prefería otros sintetizadores más profesionales pero eran carísimos en esa época y ya empezaron a cansarme estos 2 sintes y el compositor. Entró internet y no mucho después la primera tienda online de subastas. Y ahí llegué a subastar estos 2 sintes a un coleccionista de sintetizadores de Madrid. También vendí en esta misma web de subasta online el compositor. Me quedé únicamente con el órgano de casa.

Llegué hasta a tocar en la boda de un amigo, en la iglesia, tanto la marcha nupcial de entrada como un tema relajante en medio de la ceremonia. Avergonzado, por supuesto. Fui siempre muy tímido o introvertido y me escondía un poco al tocar. El problema fue cuando mi suegro pidió un aplauso a los que llenaban la iglesia para el organista. Mis colores debieron notarse desde muchos metros, agachando la cabeza y sin saber donde meterme. No se lo perdoné nunca ja ja.

Ya posteriormente tuve mi primer Mac y me gasté bastante en él. Era un portátil Macbook Pro, creo recordar que fueron 2500€ por entonces. Más que nada para dedicarlo a la música y componer. Me encantaba la facilidad de su Garage Band y pasé muy buenos ratos sacando algunos temas cortos. Muchos lamenté que se perdieran en un PC que se estropeó por un problema con la compañía de electricidad: me fundió el disco duro y módulos de RAM. El seguro que yo tenía contratado me pagó con creces el equipo pero la información que tenía se perdió para siempre porque por entonces no era yo muy de hacer copias de seguridad: craso error. No hagais lo mismo, haced copias de seguridad cada semana al menos.

Luego compré un teclado por usb, que podía conectar a cualquier ordenador o sistema operativo donde configurarlo y empezar a tocar con algún programa compatible. Y en esto estuve algunos años hasta que poco a poco fui dejando de lado la música para dedicarme a otras cosas y con menos tiempo diario para ello. Y aunque no hace tanto pude configurar un programa en GNU/Linux que me iba bien con este teclado, no es lo mismo que yo tenía con el Garage Band del Mac ni mucho menos.

Y bueno, tengo que volver a la música cualquier día. La tengo abandonada y me gustaría tocar de nuevo, que me relajaba siempre mucho y pasaba muy buenos ratos a solas. Quién sabe cuándo...